martes, 29 de mayo de 2007

EL ELEFANTE



Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que mas me gustaban de los circos eran los animales.
También a mi como a otros, después me entere, me llamaba la atención el elefante.
Durante la funcion, la enorme bestia hacia despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal…Pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo una minusculo pedazo de madera apenas enterrado en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me pareció obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podria con facilidad arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunte entonces, algún maestro, algún padre o algún tío por el misterio del elefante.
Alguno de ellos me explico que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: Si esta amaestrado… ¿Por que lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por su parte para mi alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: “el elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño”.
Cerré los ojos y me imagine al pequeño recién nacido sujeto a una estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Ya pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía…
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia que se siente podo después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar ese registro. Jamás… jamás… intento poner a prueba su fuerza otra vez…

Cada uno de nosotros somos un poco ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas “NO PODEMOS” simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo: NO PUEDO… NO PUEDO… Y NUNCA PODRÉ. Crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO TU CORAZÓN.

Espero que esta simple historia te cargue de energías para creer que ¡no hay imposibles en la vida!